miércoles, 15 de junio de 2011

En la recta final del ciclo escolar...

Algunas reflexiones de este año de trabajo como "guía" de niños con capacidades diferentes. ¿Qué me deja la convivencia diaria con mis alumnos?
- La capacidad de asombro y valoración de las actividades diarias: cada pequeño gran logro les cuesta sudor y mucho trabajo. ¡Vale oro!
- La certeza de que cada niño es diferente: la educación no puede ser de otra manera que no sea personalizada para realmente cumplir su objetivo.
- Orgullo profesional: al darme cuenta que soy un grano de arena que hace una diferencia en el aprendizaje de mis alumnos.
- Valorar el trabajo en equipo: en toda actividad es básico, pero en el caso de pequeños con capacidades diferentes, es indispensable que familia, terapeutas y escuela caminemos en la misma dirección teniendo comunicación constante.
- La virtud de la perseverancia: todos los días dar el mayor esfuerzo.
- Darme cuenta que en educación todos tenemos mucho que aprender y que en todo momento y de todas las personas se aprende algo. Hay que tener entrenados los sentidos para aprovechar las oportunidades que se nos presentan todos los días.
- La importancia de estar atenta al talento de cada pequeño.
- Entusiasmo para seguir en este camino.
... y me quedo corta.