Algunas reflexiones de este año de trabajo como "guía" de niños con capacidades diferentes. ¿Qué me deja la convivencia diaria con mis alumnos?
- La capacidad de asombro y valoración de las actividades diarias: cada pequeño gran logro les cuesta sudor y mucho trabajo. ¡Vale oro!
- La certeza de que cada niño es diferente: la educación no puede ser de otra manera que no sea personalizada para realmente cumplir su objetivo.
- Orgullo profesional: al darme cuenta que soy un grano de arena que hace una diferencia en el aprendizaje de mis alumnos.
- Valorar el trabajo en equipo: en toda actividad es básico, pero en el caso de pequeños con capacidades diferentes, es indispensable que familia, terapeutas y escuela caminemos en la misma dirección teniendo comunicación constante.
- La virtud de la perseverancia: todos los días dar el mayor esfuerzo.
- Darme cuenta que en educación todos tenemos mucho que aprender y que en todo momento y de todas las personas se aprende algo. Hay que tener entrenados los sentidos para aprovechar las oportunidades que se nos presentan todos los días.
- La importancia de estar atenta al talento de cada pequeño.
- Entusiasmo para seguir en este camino.
... y me quedo corta.