Este año me tocó, junto con Tony, el puesto de decorar galletas de navidad en la posada del colegio.
Todos los niños tenían las mismas galletas y los mismos dulces para decorar. Cada uno decoró su galleta de manera singular. Cada galleta tenía su sello, su personalidad, su gusto.
Si eso ocurre al decorar galletas, ninguna galleta igual, todas diferentes. ¿Qué no ocurrirá en la manera de ser, pensar y sentir de cada niño?
Cada niño es único e irrepetible y así como ellos se esmeraron en decorar las galletas; los que nos dedicamos a la educación, debemos esmerarnos en que cada niño (alumno de cualquier edad) logré realizarse y ser la mejor versión de sí mismo. Que aporte al mundo el especial talento que tiene para dar. Tenemos un trabajo hermoso y un compromiso profundo con la humanidad. Educar integralmente para la vida.